Hace un tiempo, recibí un correo de una señora del departamento de Comercio de una gran ciudad del norte. Habían encontrado negocios que estaban vendiendo copias de Firefox, y querían confirmar que esto violaba nuestro acuerdo de licencia antes de tomar medidas contra ellos.Todo lo cual está muy relacionado con lo que cuenta Enrique Dans aquí. Es decir, que hay modelos de negocio que ya no sirven, simplemente porque ya no aportan valor al consumidor. Producir información, volcarla en un soporte físico y trasladar ese soporte a un punto de venta cercano al cliente tenía sentido hace cinco o diez años, pero ya no. Porque ahora todo ese proceso es mucho más eficaz y eficiente a través de Internet.
Le respondí explicándole educadamente los principios del copyleft: que el software es libre y gratis, y que el hecho de que la gente lo copie y redistribuya es una funcionalidad del sistema, y no un error. Le dije que vender copias completas de Firefox en un soporte físico nos parecía estupendo, y que nos gustaría que devolviera cualquier CD confiscado y nos permitiera continuar con nuestro plan para la dominación del mundo (o algo así).
Desgraciadamente, no lo recibió bien. Su respuesta fue incrédula:
"No puedo creer que su compañía permita que otra gente haga dinero con algo que permiten que sea de libre acceso. ¿De verdad que esto es así?", preguntó.
"Si Mozilla permite la venta de versiones copìadas de su software, hace virtualmente
imposible que nosotros, desde un punto de vista práctico, hagamos cumplir la ley antipiratería británica, porque es difícil para nosotros dar consejos generales a las empresas sobre lo que está y no está permitido."